Las personas que padecen la llamada “depresión sonriente”, también conocida como depresión silenciosa, atípica o distimia, no se comportan con los patrones clásicos de lo que la sociedad espera de alguien que está deprimido. Por el contrario, suelen tapar los síntomas, sonreír hacia afuera, incluso pueden tener picos de alegría o euforia, y sin embargo encontrarse deprimidos. La saben ocultar bien hasta que la gota derrama el vaso.
En tanto, el término depresión sonriente hace referencia a “los cuadros depresivos que cursan con la sintomatología típica asociada a dichos trastornos, pero en los cuales el sujeto diagnosticado muestra un afán de ocultamiento. Y este anhelo redunda en una posición activa para que las personas que lo rodean no perciban el malestar al que está haciendo frente”, indicaba en una conferencia la profesora Vanessa Rodríguez Pousada de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Por su parte, Ricardo Corral, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras, docente e investigador del Hospital Borda, explica a NA que “uno de los problemas más graves de este tipo de padecimientos mentales es que está sub diagnosticado”. Y lo explica: “En la clínica se ve a personas que se sobre adaptan para ocultar su malestar, que padecen depresión sonriente pero no lo saben. Si bien, este rasgo de personalidad tiene un costado positivo ya que son personas que se intentan sobreponer a la enfermedad, a las personas cercanas e incluso a los profesionales de salud muchas veces les cuesta identificar su depresión”.
Asimismo, advierte que “la depresión en su conjunto -no solo la de tipo sonriente- está sub diagnosticada” y que se trata de “un problema que preocupa a la toda comunidad médica”.
La falta de diagnóstico certero, según Corral, está “muy vinculado al prejuicio social que se tiene con respecto a la depresión, a la que muchas veces se la entiende como una actitud que podría modificarse si se pone voluntad”.
“No hay conciencia de que todo lo que sucede en la mente tiene que ver con la afectación del cerebro, y que este, como cualquier otro órgano, se puede enfermar”, agrega.
La depresión sonriente (como también sucede con otros tipos de depresiones) va “hacia el trastorno depresivo mayor”, por eso es fundamental que sea tratada en tiempo y forma. Corral, en este sentido, recuerda las formas más visibles que adopta el trastorno por depresivo: algunas son más ansiosas, de inquietud y nerviosismo, y otras son más inhibidas con enlentecimiento de los movimientos, alteraciones en la cognición, con falta de deseo y problemas para dormir. Y siempre, en cualquiera de los casos, existe pérdida del rendimiento.
Hay factores genéticos y hay factores desencadenantes: “la pandemia, la pérdida de un ser querido, las dificultades económicas y cualquier estresor social en una persona que tiene una predisponían genética, pueden desencadenar este tipo de depresión”, asume Corral.
En la actualidad, si bien la ciencia no toma este padecimiento como parte de un término oficial, en los últimos años, el interés por este síndrome se ha multiplicado en todo el mundo. Así lo demostraba en este análisis, Olivia Remes, especialista de la Universidad de Cambridge. El análisis también revela que una gran parte de las personas que experimentan un estado de ánimo bajo y una pérdida de interés en actividades que antes disfrutaban, aunque logran esconderlo, son especialmente vulnerables al suicidio.
En definitiva, en una sociedad que promueve el positivismo excesivo y que, a su vez, los distintos rasgos depresivos suelen ser negados o minimizados, es urgente que se brinde un espacio prioritario de análisis y tratamiento en la agenda de salud pública.
Los síntomas más comunes
• Cambios en el apetito: Las personas que intentan aparentar felicidad a pesar de sentirse tristes debido a una depresión, suelen tener muchos cambios en su apetito. De hecho, pueden comer en exceso o al contrario, perder el interés por las comidas. Por ello, los cambios de peso son muy comunes con cualquier tipo de depresión.
• Problemas con el sueño: el sueño está muy ligado a esta problemática, se ha visto que las personas que viven una depresión tienen un sueño REM en menos cantidad, que nos ayuda a la memoria, aprendizaje y, estado anímico, por lo que puede a su vez, aumentar las sensaciones de tristeza y desesperanza de la depresión. También se sabe que en esta problemática el nivel de serotonina que segregamos es mucho menor y que esta hormona es fundamental en los procesos de cambio vigilia-sueño.
• Sentimientos de tristeza y desesperanza: Aunque esta depresión está enmascarada, la realidad es que las personas suelen mostrar frases o palabras que indican sentimientos de culpa, inutilidad o desesperanza. También su diálogo interno suele ser a base de crítica y pensamientos pesimistas acerca de sí mismos y sus capacidades.
• Tienen muy baja autoestima: No tienen por qué mostrarlo, pero sienten una baja valía de sí mismos, tienden a querer recibirla de fuera.
• Son muy evasivos: No muestran muchas emociones, tienden a querer distraerse, ocupar su tiempo. Es como si pudieran huir de esa depresión entreteniendose con otras actividades
• Pérdida de interés en las actividades: Otro de los signos que pueden revelar una depresión sonriente es que estas personas suelen no estar interesadas en aquellas actividades que antes solían disfrutar.